El vestir popular de Tenerife en el siglo XX

El Cabildo de Tenerife, a través del Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de Tenerife y en colaboración con el Ayuntamiento de La Laguna, organiza en el municipio una exposición sobre la vestimenta tradicional de la Isla. La muestra permanecerá abierta hasta el próximo 31 de julio en la Casa de los Capitanes Generales de La Laguna. El horario de apertura será de 10.00 a 13.00 y de 17.00 a 19.00 horas, de lunes a viernes, y de 10.00 a 14.00 horas, los sábados. Los domingos y festivos permanecerá cerrada.

La exposición, que lleva por título ‘El vestir popular de Tenerife del siglo XX’, recoge a lo largo de varios maniquíes, vitrinas y paneles informativos distintas piezas tradicionales de la moda popular de Tenerife, los usos y costumbres de las clases populares, desde finales siglo XIX hasta los años 50 y 60 del siglo XX.

Con esta muestra el Ayuntamiento de La Laguna y el Consejo Sectorial de la Indumentaria Tradicional de Tenerife, Cabildo de Tenerife, pretenden dar a conocer algunas formas de vestir que se dieron en nuestra isla, donde son patentes las influencias que la moda generalizada en todo Occidente, tuvo en el vestir isleño. No se trata de una exposición de trajes típicos sino un deseo de exponer algunas maneras de ataviarse que se dieron en las clases populares de la población de Tenerife desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.

En ese periodo la indumentaria refleja una serie de cambios donde apenas se conservan prendas usadas en los tiempos precedentes. Las mutaciones son muy notables en las mujeres que transforman su vestir de forma muy evidente. Estos cambios vienen condicionados por diferentes causas: la revolución industrial que inundó el mercado de telas de fabricación mecánica; el perfeccionamiento de la máquina de coser; la invención de la máquina cortadora de trajes, etc., así como el auge tomado por las revistas y publicaciones especializadas en moda.

A mediados del s. XIX la uniformidad en el vestir era ya muy visible en los principales pueblos y ciudades del continente europeo. Las clases campesinas, últimas portadoras de indumentarias diferenciadoras, empiezan a vestir como en la ciudad por estas mismas fechas.

En el último cuarto de siglo, la mujer que seguía la moda perfilaba su figura con un corsé, que le redondeaba el busto y le hacía la cintura lo más pequeña posible; se alzaban los cuellos de las camisas y chaquetas; las mangas, casi siempre largas, se hacían de todo tipo: anchas o estrechas o bien en combinación de ambas, usándose una gran variedad de sombreros de todas clases y tamaños.

El hombre de ciudad seguía denotando influencias inglesas en su vestir, principalmente en el uso de los colores oscuros y las líneas austeras en el corte. El uso del traje, concebido como un conjunto de tres piezas: chaqueta, chaleco y pantalón, estaba generalizado en las clases más pudientes. Se populariza la corbata y los sombreros adquieren las características que mantienen en la actualidad.

El vestir tinerfeño también se hará eco de todas estas nuevas maneras y de una forma más o menos aparente, mostrará algunas de estas características. Las transformaciones se empiezan a percibir desde mediados del siglo XIX, pero es en el último cuarto de siglo cuando se pueden apreciar bien los cambios.

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